¿Agradecido por… los exámenes?

Semana de finales: semestre de otoño, onceavo grado. Tenía exámenes de biología, matemáticas, Cursos de Nivel Avanzado de inglés e historia de los Estados Unidos, así como de mi clase más difícil: Español 4 Avanzado. Me sentía muy estresado e infeliz. El trabajo era totalmente abrumador. Tenía que revisar cientos de páginas y memorizar vocabulario y tiempos verbales para la clase de español, por no mencionar el ensayo extracurricular que debía entregar para la clase de inglés. Esto no era de ninguna manera divertido.

 Yo sabía que necesitaba mejorar mi forma de pensar. Al sentirme triste y agobiado no lograba concentrarme en ninguna de mis tareas y no podía estudiar.

Por las experiencias que había tenido, yo sabía que podía encontrar consuelo en la Biblia y en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. En el pasado, cuando había necesitado sanar, recurría a ellos y encontraba una ayuda inmediata. Así que me volví a ellos nuevamente.

En Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy plantea una pregunta que realmente me llamó la atención: “¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido?” (pág. 3).

Me di cuenta de que no estaba de ninguna manera agradecido, sino absorto en mí mismo. Al enfocarme solo en mis propios problemas, no podía apreciar todo el bien que me rodeaba,

En la Biblia, en Génesis dice que “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (1:31). Me di cuenta de que si la creación de Dios, Su reino, es completamente buena, y ese reino es donde yo vivo, entonces solo podía sentir gratitud. ¿Cómo podía no estar agradecido?

Al comprender que todo en el reino de Dios expresa el bien, mi pensamiento cambió por completo. En lugar de centrarme en mí mismo, reconocí profundamente el bien que había a mi alrededor y sentí gratitud por ese bien. Pensé en toda la ayuda que había recibido de mis maestros y amigos. Vi que eso era una evidencia del amor de Dios por mí. Agradecí por la inteligencia que era capaz de demostrar en mi experiencia; sabía que la inteligencia era una cualidad de Dios, quien es la Mente divina, y que Dios la reflejaba en mí. Me di cuenta de que hasta los exámenes mismos eran buenos y algo por lo que estar agradecido. Eran una oportunidad para demostrar inteligencia, libertad, disciplina y alegría. Sabía que sólo podía expresar la comprensión de la Mente y la claridad del Espíritu, las cuales no dejaban lugar para la duda o el estrés.

Este cambio mental del centrarme en mí mismo a la comprensión de que la bondad de Dios está siempre presente cambió mi actitud e instantáneamente me sentí más alegre. Pude experimentar algo de lo que expresa este himno:

Estaba comprendiendo que, si somos capaces de llenar nuestro pensamiento y corazón de gratitud y reconocer la totalidad del bien, entonces es natural que luego sintamos felicidad.

Aquella semana de finales fue todo un éxito, a pesar del estrés e infelicidad que había sentido antes. En lugar de nervios y dudas, me embargaron una confianza y una serenidad muy grandes. Ahora, que se acercan los finales del semestre de primavera, no estoy asustado ni estresado en absoluto. El sentimiento tangible de la totalidad del bien ha permanecido conmigo, y voy a dar mis exámenes feliz y agradecido.