Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Para jóvenes

Ayuda a detener la propagación del temor

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 13 de abril de 2020


En la escuela del bachillerato de mi amiga, algunos estudiantes han estado usando mascarillas durante varias semanas. Ni siquiera el anuncio de que las mismas realmente no los protegerán ha cambiado nada.

“La gente tiene miedo”, me dijo mi amiga. “Las mascarillas hacen que se sientan seguros”.

Puede parecer natural sentirse atemorizado cuando a tu alrededor circulan palabras como contagio, pandemia y cuarentena. Incluso he escuchado decir que el temor puede ser útil porque nos motiva a actuar para protegernos a nosotros mismos. Pero lo cierto es que el temor puede distorsionar nuestra perspectiva de lo que está ocurriendo e inhibir nuestra capacidad de pensar claramente al incitar al pánico… o a la parálisis. Los expertos concuerdan, y muchos han recurrido a los medios sociales para tratar de calmar el temor de la gente contándoles lo que realmente está ocurriendo y alentándolos a tener confianza.

Por eso es que, si estás buscando una manera de actuar ahora mismo, lo mejor que puedes hacer es ayudar a detener la propagación del temor. ¿Por dónde podemos comenzar? Con nosotros mismos.

Yo aprendí muchísimo acerca de la Biblia al asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, así que hace tiempo que estoy familiarizada con este pasaje bíblico que afirma que Dios dijo: “No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; mío eres tú” (Isaías 43:1 LBLA).

Sin embargo, no fue sino hasta hace poco que me di cuenta de que este pasaje no es tan solo un mandato de que no debemos tener miedo; nos indica también cómo hacerlo. No tenemos que estar atemorizados; de hecho, podemos realmente apartarnos, retirarnos, de todo pensamiento o sentimiento de temor que trate de irrumpir, porque el miedo no viene de Dios. Y todo aquello que no proviene de Él carece de sustancia o autoridad.

Dios no hace que tengamos temor. Él nos dice que estamos a salvo, que somos Suyos, que nos ama y nos cuida supremamente, y nos guía para que experimentemos ese amor y ese cuidado que nos dan seguridad. El temor puede ensombrecer temporalmente estos mensajes de consuelo y protección. Pero podemos desligarnos de él abriendo nuestro pensamiento a Dios. Podemos comenzar diciéndole no al temor y sí a la quietud que nos permite escuchar a Dios; y hallar que las ideas sanadoras y salvadoras que Él nos da en realidad están aquí mismo con nosotros.

Y estos mensajes son poderosos. No son ideas poco realistas que suenan bien pero no son prácticas. Son demostrables. Sanan. Lo sé porque me sanaron.

Yo estaba con unos amigos en un viaje de esquí, y tenía que cumplir una función clave durante el fin de semana. Pero el día que salimos, yo había estado con alguien que tenía un resfrío, y la primera noche sentí que me venían los mismos síntomas. 

¿Que si tuve miedo? Claro que sí. No quería perderme toda la diversión, o defraudarlos a todos enfermándome. No lograba deshacerme del temor de que no podría ayudar como lo había prometido.

He tenido muchas curaciones por medio de la oración, así que comencé a orar de inmediato. Pero después de 15 minutos de hacer lo mejor que podía para comprender más la omnipotencia de Dios, noté algo interesante: Mi enfoque estaba dividido. Oraba, pero luego, desde el rabillo de mi “ojo” mental, veía el torbellino de pensamientos atemorizantes por sentirme mal todo el fin de semana, o por defraudar a la gente, y si valía de algo después de todo.

¡Eso no iba a funcionar! Me di cuenta de que necesitaba cerrar la puerta por completo a esos pensamientos temerosos para poder abrirla totalmente a Dios. No se trataba de ignorar algo, sino de apartarme de los pensamientos que me estaban arrastrando profundamente hacia un lugar improductivo de temor, preocupación y angustia, a fin de poder sentir que Dios me estaba impulsando, en cambio, en una dirección constructiva y fortalecedora. ¿Y saben qué? En el momento que hice eso, no solo desapareció el temor, sino que sané por completo.

Me sentí muy agradecida por poder divertirme y ayudar ese fin de semana. Pero lo más importante que se quedó conmigo fue darme cuenta de que cada uno de nosotros es capaz de decirle no al temor y sí a los poderosos mensajes de paz que vienen de Dios. La acción mental de la que estoy hablando es como estar con un grupo de amigos que realmente se enojaron por algo y tú decidieras apartarte de ellos. Tú también puedes simplemente recurrir a Dios, darle la espalda al temor, y “apartarte” de esos sentimientos.

Y esto no solo nos ayuda a nosotros, sino a todos. Es como cuando sientes que cambia el estado de ánimo de un ambiente pesimista cuando entra alguien de buen humor, porque todos contribuimos a la atmósfera colectiva del pensamiento. Así que nuestras propias decisiones individuales de no tener temor poseen una influencia decisiva al eliminar las densas nubes del miedo de nuestros amigos, vecinos y comunidades.

 No estamos solos en este esfuerzo. Es Dios, el Amor divino, el que nos da el poder de apartarnos de los sentimientos de temor para que todos podamos sentir más lo que es real y sanador: El mensaje siempre presente del Amor, “Yo soy el Señor tu Dios,… tu Salvador” (Isaías 43:3, LBLA).

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más artículos en la web

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.