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Para jóvenes

¿Cómo puedo lidiar con los problemas de relación?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 30 de diciembre de 2019


P: ¿Cómo puedo lidiar con los problemas de relación: entre amigos, familiares, enamorados?

P: Siempre me ha resultado estresante lidiar con los problemas de relación; especialmente cuando me ha parecido necesario decir o hacer algo, pero no lograba darme cuenta de qué era. En una ocasión en particular, me sentí consumida por la confusión y el estrés. Me la pasaba cambiando entre un monólogo sobre lo justa que era, y otro sobre lo equivocada que estaba, ya que el problema había sido por mi culpa.

No podía ver ninguna acción humana que pudiera resolverlo, lo que probablemente fue algo bueno porque hizo que recurriera a la oración. He aprendido mucho acerca de la oración, o recurrir a Dios en busca de respuestas espirituales, por medio de mi estudio de la Ciencia Cristiana, y la oración me ha ayudado en muchísimas situaciones difíciles de relación a lo largo de los años. Pero pienso que, en este caso, yo estaba tan confundida por los problemas, que tuve que sentir una impotencia absoluta para que recordara que debía recurrir a Dios.

Traté de orar diciendo: “Aquí tienes, Dios. Encárgate de este asunto”. Mi oración fue realmente sincera, pero si la analizas cuidadosamente, tal vez puedas ver la falla que tiene: Yo seguía aferrándome al concepto de que tenía una identidad separada de Dios, y luego le pedía a Él que resolviera mi problema de relación. Esto no encaja exactamente con lo que he aprendido en la Ciencia Cristiana acerca de la naturaleza de Dios. Él es Todo, nuestra Vida misma. Nosotros no tenemos vidas propias e independientes en las que tenemos que hacer que Dios participe, o problemas que necesitamos que Él arregle. Los problemas se arreglan y la curación se produce cuando nos sometemos al amoroso gobierno que Dios tiene sobre Su creación porque es el único hecho de la existencia.

No es de sorprender que las preocupaciones y el parloteo en mi cabeza no cesaran. Así que oré otra vez: “Dios mío, ayúdame a saber cómo poner esta relación bajo Tu control”. De inmediato escuché la respuesta: “No me cedas el problema a Mí; cede tú ante Mí”. Con esto, Dios me estaba diciendo que yo necesitaba tener en cuenta incondicionalmente Su naturaleza y gobierno.

¡Oh, qué grandioso! Pude ver la diferencia instantáneamente. Dios no puede tomar nuestros asuntos y lidiar con ellos, porque no sabe nada acerca de los problemas. El hecho de que Dios es Todo-en-todo es el único asunto, tema o caso a considerar. Cuando cedemos ante Dios como aquello sobre lo que tenemos que reflexionar, conocer o magnificar, nos alineamos realmente con nuestro lugar en el Ser como el efecto perfecto de la única causa perfecta. Mary Baker Eddy, quien escribió el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, lo expresa de la siguiente manera: “Para razonar correctamente debiera haber un solo hecho ante el pensamiento, a saber, la existencia espiritual” (pág. 492). Dicho de otra forma, cede ante Dios porque eso es lo importante que debemos comprender.

Este cambio me trajo una increíble sensación de paz y me liberó de la preocupación de si era mi responsabilidad enderezar a la otra persona. Yo estaba dispuesta a decir o hacer algo si me sentía claramente impulsada por Dios, pero ya no estaba obsesionada por tratar de descubrir qué debía hacer o hacer que sucediera. Y resultó que la relación misma se corrigió y volvió a la normalidad sin que yo dijera ni una palabra.

Una de mis historias favoritas de la Biblia ilustra esta idea de ceder ante Dios. Jacob tenía un hermano mellizo, Esaú, con quien había tenido una gran pelea. Hacía años que no se veían o hablaban. Finalmente, Jacob decidió que quería arreglar las cosas con su hermano, pero no lograba superar la agitación mental y el temor de cómo sería la reconciliación. No obstante, una noche, cuando Jacob estaba luchando con estos pensamientos, le vino una inspiración como un mensaje angelical de Dios, y se produjo también un cambio en el pensamiento. La Biblia dice que se vio a sí mismo como el rostro, el reflejo, de Dios, y también vio a Esaú como el rostro de Dios, y este quedó complacido. En otras palabras, Jacob no se aferró al problema de dos hermanos enfrentados y trató de que Dios los reconciliara. Él cedió ante Dios como la fuente de su verdadera identidad y la de su hermano. Cedió y confió en que Dios lo gobernaba y que eso era lo que necesitaba toda su atención. Y al día siguiente, él y su hermano tuvieron un agradable encuentro (véase Génesis caps. 27, 32, 33).

El aspecto más importante acerca de la oración para poder ceder es que todos siempre podemos hacerlo. Es como apoyar en el suelo una maleta muy pesada. Pero recuerda, no solo cedas la maleta de problemas a Dios; sino cede ante Dios y tu relación con Él por ser el tema en el que debes concentrarte. En este lugar sagrado donde vemos que todo y todos pertenecemos a Dios, hallamos que Dios sostiene a todas Sus ideas en perfecto gobierno, armonía y paz. Y si hay algo que decir o hacer, entonces lo hacemos o decimos, no para producir la paz, sino, como Jacob y Esaú, para celebrar la paz que Dios siempre está produciendo.

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