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Para jóvenes

Cuando no puedes controlar una situación

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 7 de octubre de 2019


P: ¿Qué puedo hacer cuando me siento abrumado?

R: Todos tratamos de evitar sentirnos sofocados, temerosos o impotentes. Pero hace varios años tuve una experiencia que me enseñó una útil lección sobre cómo lidiar con esas sensaciones cuando me siento abrumada. Aprendí que, aun cuando sintamos que las cosas están fuera de nuestro control, tenemos recursos a la mano de los que podemos hacer uso. A continuación, te contaré cómo comprender esto me hizo dejar atrás el estrés y lograr mi propósito.   

Había salido a andar en bicicleta a grandes alturas en Colorado. El camino hacia mi destino era en su mayor parte cuesta abajo y era fantástico sentir la brisa cuando me deslizaba. Pero pocas horas después, cuando inicié el regreso, me di cuenta de que el camino era empinado y prácticamente todo cuesta arriba. Tenía miedo, me costaba respirar y realmente estaba enojada conmigo misma por estar en esa difícil situación.

Llegué a un lugar donde pude sentarme sobre una roca y ver cómo el río caudaloso arrastraba la nieve derretida desde arriba. Desde donde estaba sentada podía sentir que su poder era cada vez más grande, y naturalmente pensé en las cualidades que podía ver representadas allí: poder, energía, flujo y armonía. Debido a mi práctica de la Ciencia Cristiana, podía identificar que estas cualidades eran espirituales, derivadas de Dios, quien como había aprendido, es la fuente divina e infinita de todo el bien. Estas cualidades no estaban en el río mismo, sino que el río me recordaba su presencia. Y me di cuenta de que si esas cualidades estaban presentes, entonces Dios debía estar allí mismo —brindándome apoyo, amor y cuidado— lo cual me inspiró a subirme en mi bicicleta y seguir adelante.

Sin embargo, no mucho después estaba exhausta y un poco triste. Me venían muchos pensamientos que decían que no estaba preparada, que no estaba en forma; que esto era demasiado difícil y que no podía hacerlo. Fue entonces que volví a escuchar el río. Y las montañas que me rodeaban me parecieron mucho más que un conjunto de rocas y cumbres escarpadas; representaban fortaleza, un fundamento, firmeza y permanencia.

¿Eran estas cualidades exclusivas de mi ambiente? No. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, hay una grandiosa declaración que explica que: “El Principio y su idea es uno, y este uno es Dios, el Ser omnipotente, omnisciente y omnipresente, y Su reflejo es el hombre y el universo” (págs. 465-466). En ese momento me di cuenta de que yo también era la expresión de todas esas cualidades que estaba viendo tan claramente a mi alrededor. Comencé a afirmar que estas cualidades estaban incluidas en mi identidad: Yo soy la expresión de la valentía, la calma, la capacidad y la energía. Soy perseverante y con gran potencial, porque eso es lo que mi verdadera fuente, mi “infinito sostenedor” es y lo que yo reflejo. Otro pasaje de Ciencia y Salud me vino a la mente e inundó mi pensamiento de posibilidades: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones” (pág. vii).

Sí, estaba subiendo en bicicleta por una colina que parecía estar fuera de mi actual experiencia práctica, pero puesto que mi verdadera naturaleza es la expresión espiritual y completa de Dios, todas las cualidades que necesitaba para salir adelante estaban a mi alcance allí mismo. Me sentí alentada mental y físicamente, y aunque no iba a gran velocidad, estaba… ¡subiendo!

La duda, el temor y la idea de que de ninguna manera podía hacerlo desaparecieron, y cuando menos lo esperaba, llegué de regreso al campamento. Estaba muy agradecida por haber triunfado cuando temía que tal vez fracasaría. Pero más importante que eso fue la lección de que podía contar con que “el Ser omnipresente” me guiaría y movería dondequiera que estuviera. Me di cuenta de que podía confiar en que Dios expresaría toda cualidad buena y útil en mí; mi trabajo era ser testigo de eso a cada paso.

 Todos tenemos esos momentos en que sentimos que las cosas están fuera de nuestro control —ya sea una práctica muy exigente en un nuevo equipo deportivo, un ensayo que no tenemos ni idea cómo escribir, incluso el esfuerzo de encontrar formas de lidiar con los problemas mundiales que parecen ser mucho más grandes que nosotros— y podrían amenazarnos con agobiarnos por completo. No obstante, tenemos algo que nos apoya en toda situación “demasiado grande”, “demasiado demandante”, “demasiado lo que sea” en la que nos encontremos. Y esa es nuestra fuente infinita, Dios, que eternamente nos está proveyendo de todo lo que necesitamos de formas prácticas que nos llegan allí mismo donde estamos.

Podemos acceder a esta naturaleza verdadera, esta identidad espiritual, en los momentos menos difíciles, de ese modo estaremos preparados cuando nos sintamos abrumados. Dios está constantemente manifestando Su naturaleza en nosotros: al recordarnos que existe, al hacerla evidente para nosotros. Estoy aprendiendo que Dios es el único “hacedor”, el único impulsor, el único Ser real que reflejamos. No se trata de que nosotros estemos esforzándonos por expresar a Dios, sino de saber que es natural atestiguar el poder, la sabiduría y la gracia de Dios, donde quiera que nuestro camino nos lleve.

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