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Para jóvenes

“Dejé de fumar marihuana”

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 24 de febrero de 2020


Siempre había sido tímida. Cuando era pequeña, mi hermana a menudo respondía por mí cuando alguien preguntaba mi nombre. A pesar de la timidez, logré tener amigos, tantos niños como niñas. Pero cuando llegué a la adolescencia, me aislaba, especialmente de los chicos. 

Me indujeron a beber alcohol y a fumar marihuana, lo que parecía relajarme, por lo que me sentía menos cohibida y me divertía más. El problema fue que, con el tiempo, me hice cada vez más dependiente de esas sustancias para pasarla bien.

Llegó un punto en que me drogaba hasta para disfrutar de las actividades que hubieran sido divertidas aun sin las drogas. Y lo que es peor, después de graduarme de la universidad, aunque tenía un excelente trabajo como programadora informática y trabajaba desde casa, me drogaba tan frecuentemente, que no lograba organizarme para trabajar, y finalmente renuncié.

Después de un empleo de corta duración y algunos viajes, decidí vivir de mis ahorros y experimentar con diferentes sistemas de espiritualidad y curación. Siempre había luchado con el concepto de Dios, pero me interesaba encontrar una paz y una felicidad más profundas y duraderas. Probé de todo, desde meditación y astrología de las prácticas de los indígenas americanos hasta budismo y yoga. Continuaba usando drogas con la esperanza de que aumentaran mi espiritualidad. Finalmente, me quedaron doscientos dólares, una bolsa de marihuana, una mochila y un boleto de avión a Honolulu, donde esperaba encontrar una comunidad de personas con ideas afines, con las cuales pudiera vivir en paz y armonía.

En cambio, me aparté aún más de la realidad. Cuando finalmente, después de unos años en Hawai, me di cuenta de esto, pensé en mis padres, que tenían una vida buena y estable, y en cuánto amaba la Biblia mi mamá. Pensé que tenía que haber algo bueno en eso, así que hice dedo para ir a la ciudad y compré una Biblia propia.

Por un tiempo, fumé marihuana constantemente, medité y leí mi Biblia. También pedí prestados dos libros de la sección de religión de la biblioteca. Uno de ellos era Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. De inmediato me conecté con el lógico enfoque de la autora para comprender a Dios y la Biblia. Sentí que había encontrado el libro de la verdad, y el contraste entre cómo estaba aprendiendo a pensar y mi pasada forma de pensar era claro. Anteriormente, había estado dependiendo del pensamiento positivo, lo cual me había llevado a algunas situaciones precarias y a la pobreza. Pero ahora estaba comprendiendo que Dios y Su creación son completamente espirituales y buenos. Y pude ver que realmente podía apoyarme en esta nueva forma de pensar, pues estaba basada en la Verdad divina y firme.

Al comienzo, me drogaba constantemente mientras leía Ciencia y Salud, pero cuando llegué a la mitad del libro, dejé de fumar marihuana. Lo hice sin esfuerzo alguno. Lo que estaba leyendo me llenaba de tanta esperanza y felicidad que ya no deseaba drogarme. Fue tal como prometió Jesús: “Conoceréis la verdad; y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Me liberé naturalmente cuando me di cuenta de que Dios es el único poder verdadero, así que ninguna otra cosa, incluida la marihuana, podía tener poder. 

Más tarde, en el cumpleaños de una amiga, cedí a la presión de tomar algo de cocaína y marihuana. Pero sorprendentemente, no me hizo efecto. Las drogas no tuvieron ningún poder sobre mí debido a todo lo que había aprendido acerca de Dios. Ese fue el fin de mis años de usar drogas.

Leer la Biblia y Ciencia y Salud transformó mi vida por completo. continué teniendo curaciones físicas que me aseguraron que lo que había estado leyendo realmente era la verdad, y que podía contar con Dios para sanar, donde fuera necesario. Aún más importante ha sido el nuevo punto de vista espiritual respecto a mi identidad que he obtenido de mi estudio de la Ciencia Cristiana. He aprendido que no estoy llena de defectos, incompleta o que tengo cierto tipo de personalidad. Soy la imagen y semejanza de Dios —la imagen y semejanza del bien— y así son todos los demás. Con esta comprensión, la extrema timidez y la inhibición han desaparecido, y he encontrado mucha libertad, así como la capacidad de ser yo misma sin limitaciones o temor.

Por mucho tiempo puse mi fe en cierta sustancia para sentirme bien. Pero ahora he aprendido que la única fe que necesito es en Dios. Y con esa fe ha venido la comprensión y la confianza en que “para Dios todo es posible” (Mateo 19:26).

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