Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

¿Es que el amor va y viene?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 10 de febrero de 2020


Siempre había esperado casarme con la persona correcta. Fui criada con el cuento tradicional pero ilusorio del “Príncipe azul”. Así que imaginaba que el mío aparecería, y cada uno de nosotros encontraría un amor firme y perdurable que nos haría sentir completos.

Cuando tenía poco más de veinte años conocí a alguien. Sentía, sin duda alguna, que él era la persona correcta. Luego me enteré de que una relación de su pasado no se había resuelto. Pero como confiaba en que este noviazgo era nuestro destino, pensé que se resolvería.

Así que, cuando me dijo que había decidido continuar con su otra relación, yo estaba consternada y con el corazón roto. Siguió un período de soledad, lleno de un estudio más profundo de los libros en los que había llegado a apoyarme como nueva estudiante de la Ciencia Cristiana —la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy— y el sincero deseo de comprender cómo crear una relación duradera. 

Estudié con avidez el capítulo titulado “El matrimonio” en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por la Sra. Eddy. En el mismo ella escribió que, a fin de crear un matrimonio armonioso, la pareja necesita tener “gustos, motivos y aspiraciones afines” (pág. 60). Con el tiempo, alguien nuevo llegó a mi vida, y al comenzar a conocernos más, esas cualidades “afines” se hicieron muy evidentes. Continuamos felices con nuestros planes para casarnos, hasta que un día él admitió que se sentía abrumado por el temor de asumir un compromiso, y que, después de todo, ya no quería casarse. Esta vez, el golpe fue mucho más duro, y sentía que había perdido todo lo que valía la pena.

Cuando logré orar una vez más, pedí sentirme totalmente dispuesta a no tener una relación. Comencé a ver que podía tener una vida plena con mi trabajo y mis amistades. Y basada en esas dos experiencias, parecía obvio que Dios tenía algo diferente que el matrimonio reservado para mí. O eso pensé.

De manera que, durante los siguientes años ya no me sentaba en cualquier lugar simplemente orando por el matrimonio. Estaba trabajando para desarrollar una carrera y profundizar mi comprensión espiritual. Mis estudios espirituales me llevaron a examinar mi propio comportamiento, expectativas y temores para ver si se alineaban con lo que estaba descubriendo acerca de mi identidad creada por Dios. No obstante, no me conocí a mí misma usando un filtro para juzgarme con dureza. 

Lo que he descubierto acerca de la permanencia del Amor divino va mucho más allá de una sola relación.

Encontré una perspectiva más compasiva al comenzar a comprender mi verdadera naturaleza espiritual como la imagen y semejanza de Dios, y realmente llegué a disfrutar el proceso de abandonar los patrones de pensamiento y los comportamientos que no coincidían con esta naturaleza. La Sra. Eddy escribió: “Tened buen ánimo; la lucha con uno mismo es grandiosa; nos da bastante empleo, y el Principio divino obra con nosotros …” (Escritos Misceláneos 1883–1896, pág. 118). El progreso se reflejó en amistades perdurables, extraordinarias oportunidades profesionales, y una gratitud cada vez más grande por la Ciencia Cristiana y todo lo que me estaba enseñando. Pero como todavía no me sentía en paz respecto al matrimonio, llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle ayuda.

Ella me preguntó: “¿Piensas que el amor va y viene?”. 

Inmediatamente le respondí que no. De mi estudio de la Biblia y Ciencia y Salud, había llegado a conocer a Dios como Amor; tanto es así que no creía que este tema en particular necesitara mucho estudio. Pero hice una pausa, y consideré nuevamente su pregunta: ¿Es que pienso que el amor va y viene? La revelación me impactó como cuando sale el sol brillante en el horizonte. ¡Eso era exactamente lo que yo creía! Y esto era lo que por tanto tiempo se había reflejado en mi experiencia. La pregunta tan dinámica y perspicaz de la practicista me llevó a hacer una nueva búsqueda para descubrir más de la amplitud, profundidad y eterna promesa del Amor, con L mayúscula.

Más allá del amor romántico, que fluctúa, podemos contar, confiar y apoyarnos en el amor de Dios porque es constante. Es una ley sobre la cual podemos hacer demandas. Así que comencé a “demandar” ver al Amor divino en acción en mi familia y amigos, en mi carrera y la iglesia, y en mis empeños tanto inmensos como pequeños. Lo hice al identificar que cada detalle bueno de mi vida era una expresión del Amor: un cheque de pago, un elogio, el entendimiento de algo, una cosa grande como recibir un premio, una cosa pequeña, tal como cuando alguien sostiene la puerta abierta para mí. Todas las relaciones en mi vida comenzaron a mejorar a medida que expresaba más paciencia y juzgaba menos a la gente, apoyaba más a los demás y esperaba menos de ellos. Esto se volvió más fácil de hacer cuando percibí que la constancia del Amor sostenía cada aspecto de mi vida.

Fue entonces que ocurrió algo totalmente inesperado. Un amigo de la familia me presentó a un hombre maravilloso. Él hacía varios años que se había divorciado y estaba listo para tener una relación más armoniosa. Expresaba cualidades de madurez, espíritu aventurero y diversión. Salimos durante varios meses, luego nos comprometimos. Y ya hace muchos años que disfrutamos de un matrimonio maravilloso.

 ¿Qué pasó con el “Príncipe azul” de aquel cuento? Él era más fantasía que realidad. Al abandonar el estereotipo, hice lugar en mi pensamiento y en mi corazón para alguien que es valiente, honesto, está interesado en crecer y tiene el compromiso de expresar al máximo las mejores cualidades de esposo que pueda. Esto, a su vez, me inspiró a mí a hacer lo mejor que puedo también.

Ninguno de nosotros es “la panacea” para el otro. La pasamos muy bien cuando hacemos lo que nos gusta separados, y vivimos momentos maravillosos cuando estamos juntos. La Sra. Eddy describe muy bien en su capítulo sobre el matrimonio lo que experimentamos, al decir: “El hogar es el lugar más querido de la tierra, y debiera ser el centro, aunque no el límite, de los afectos” (pág. 58).

También ha habido momentos en que fue necesario tomar decisiones difíciles y tuvimos puntos de vista divergentes, así como desalentadores momentos de incomprensión. ¿En qué nos apoyamos cuando se agitan las aguas? Él se apoya en sus propios valores espirituales. Yo en lo que continúo aprendiendo en la Ciencia Cristiana acerca del Amor divino. Siento que he desarrollado una confianza que me permite apoyarme en el Amor; el Amor que siempre me guiará en la dirección correcta.

Si bien este matrimonio es un ejemplo concreto de la presencia del Amor en mi vida, lo que he descubierto acerca de la permanencia del Amor va más allá de una sola relación. De hecho, continúo hallando nuevas formas de experimentar y expresar la constancia del consuelo, el cuidado y las bendiciones que nos brinda el Amor a todos nosotros; cualquiera sea el estado individual de nuestra relación.

¿Es que el Amor va y viene? Me tomó mucho tiempo contestar realmente esta pregunta. Y ahora puedo responder rotundamente: “No. El Amor está siempre aquí”.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más artículos en la web

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.