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Mary Baker Eddy: Autora

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 8 de mayo de 2017

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Junio de 1966.


Todos los meses en la tapa del Christian Science Journal, se menciona a Mary Baker Eddy como la autora del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. Muchos conocen a la Sra. Eddy como la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, la amada Guía y organizadora de un movimiento religioso activo. Pero para muchos otros, ella es ante todo autora, y específicamente la autora de Ciencia y Salud.

Estos últimos tienen sus razones para pensar así de ella. En momentos de vacío interior o pesar, de desesperación física o desequilibrio moral, se han encontrado con este libro y lo han leído. Entonces, el pesar desapareció, la frustración dio paso a un propósito nuevo, se recuperó el equilibrio moral, y la enfermedad, a veces crónica, orgánica, incurable según los médicos, sanó por completo y de forma permanente.

Esta virtud sanadora que se encuentra en Ciencia y Salud es fundamental en todos los escritos de la Sra. Eddy sobre la Ciencia Cristiana. Toda evaluación de ella como autora debe dar a esto su justo valor. Ciencia y Salud fue publicado por primera vez en 1875. A partir de 1902, todas sus ediciones han incluido cien páginas de testimonios de hombres y mujeres en todos los Estados Unidos, en las provincias de Canadá y en el Reino Unido. Estos relatos, seleccionados entre muchos miles disponibles, hablan acerca de vidas que fueron transformadas mediante la lectura de Ciencia y Salud. Las diversas publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana también han incluido, desde sus primeros números, testimonios similares, y continúan publicando experiencias de alrededor del mundo. La palabra escrita por la pluma de la Sra. Eddy explica, desafía y convence. También sana. Cambia los fenómenos. Ejerce poder.

La Biblia reconoce reiteradamente que “la palabra de Dios es viva y eficaz” (Hebreos 4:12), cumpliendo precisamente los propósitos de Dios. La Biblia ejerce poder porque contiene la Palabra de Dios. Esta Palabra aparece progresivamente en los dichos y experiencias de los patriarcas, los profetas y, finalmente, de Cristo Jesús; en él el “Verbo fue hecho carne” (Juan 1:14), la Palabra de Dios fue expresada en términos de una vida humana.

La curación de la Sra. Eddy en 1866, fecha en la que ella señala su descubrimiento de la Ciencia Cristiana, se produjo mientras leía la Biblia. El teólogo suizo Karl Barth ha escrito: "No son los pensamientos humanos correctos acerca de Dios los que forman el contenido de la Biblia, sino los pensamientos divinos correctos acerca de los hombres. La Biblia no nos dice cómo deberíamos hablar con Dios, sino lo que Él nos dice a nosotros”. La Biblia ha ejercido un poder transformador en la vida de los hombres porque su contenido provino por inspiración e impulso divinos. Sus escritores registraron la Palabra de Dios.

Las verdades de Ciencia y Salud le vinieron a la Sra. Eddy por medio de este mismo impulso divino. La estupenda revelación de la Ciencia Cristiana amaneció en su pensamiento con una certeza irresistible y resplandeciente; y ella encontró la corroboración de la misma en la Biblia. Las Escrituras la habían acompañado toda la vida. Durante tres años después de su curación, ellas fueron virtualmente su única lectura. Pocos años después de la primera publicación de su libro, que en aquel entonces se titulaba “Ciencia y Salud”, ella le agregó al título “con una Llave de las Escrituras". (Posteriormente ella quitó la palabra “una”). Desde el principio, había tenido la intención de que fuera la llave. Su revelación pondría al descubierto para los lectores las fuentes del poder de las Escrituras. Los escritos de la Sra. Eddy sanan porque, como la Biblia, contienen la Palabra de Dios. Ciencia y Salud no se trata de las especulaciones acerca de Dios de un pensamiento humano iluminado. Es un registro inspirado de lo que Dios dice de Sí Mismo, Su propia declaración de Su voluntad y propósito y capacidad para bendecir. Aquí la Palabra divina se expresa, mas no mediante historias de vidas personales, sino como Ciencia universal; una vez más la Palabra (el Verbo) es “hecho carne”, pero ahora en la forma de la curación cristiana.

Del libro de texto de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy simplemente escribe: “No fui yo misma, sino el poder divino de la Verdad y el Amor, infinitamente superior a mí, el que dictó ‘Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras’” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 114). De sus escritos sobre la Ciencia Cristiana en general, ella dice: “Era yo una escriba bajo órdenes” (Escritos Misceláneos, pág. 311). Para aquellos que han encontrado curación en sus escritos, estas declaraciones tienen sentido; son convincentes.

La escritura inspirada no es escritura fácil. No es escritura automática. No pasa por alto la individualidad. En la Biblia, la Palabra de Dios se expresaba a través de los individuos. Y exigía mucho de ellos. Debían dejar de lado todo sentido del yo personal, habilidad personal, logro personal. No obstante, debían emplear al servicio de Dios todo lo que ya tenían de talento, entrenamiento, experiencia, diligencia, unicidad. Impulsada divinamente, la Sra. Eddy, como los escritores de la Biblia, respondió a esta exigencia doble; humanamente contradictoria, pero divinamente normal.

¿Qué aportó la Sra. Eddy a su tarea de autora inspirada? ¿Qué exigió de ella? ¿Cómo pudo responder tan plenamente a la exigencia?

Desde su niñez, ella había aspirado a escribir un libro. Estudió para proveerse de conocimientos generales; leyó; cultivó una memoria excelente. Sus diversas afinidades y atento interés produjeron un enriquecimiento intelectual y emocional. Cuando tenía poco más de veinte años, contribuía con regularidad a varias publicaciones de Nueva Inglaterra. Entre sus escritos había poemas y ficción romántica. También escribía directamente sobre política y temas sociales, la moralidad y la religión.

El descubrimiento de la Ciencia Cristiana dio una nueva orientación al desarrollo literario de la Sra. Eddy. Escribir un libro ya no era una aspiración humana; era una necesidad divina. Es fácil sobreestimar la importancia de la experiencia como autora que había tenido la Sra. Eddy anteriormente. Al fundar la Ciencia Cristiana, ella logró cumplir con las duras tareas requeridas para las cuales no tenía ninguna preparación humana. Para quien ha sido llamado a desarrollar nuevas habilidades en un área relacionada, tener entrenamiento profesional previo puede ser realmente un obstáculo. Pero por lo menos la Sra. Eddy conocía los esfuerzos que se requieren para ser autora. La palabra "ocio" no aparece en ningún lado en sus libros. Ella estaba lista para trabajar incansablemente —revisando, aclarando, purificando— de modo que la Palabra de Dios pudiera resplandecer sin confusión alguna.

En uno de sus primeros sermones, la Sra. Eddy afirma: “Dios es Todo, y está en todo: eso pone fin al argumento que sostiene que la existencia tiene un lado bueno y un lado malo” (La curación cristiana, pág. 10). Para ella, esto no era una abstracción filosófica. Termina el mismo párrafo diciendo: "Si deseáis ser felices, abogad con vosotros mismos en favor de la felicidad; defended el lado que deseáis que triunfe, y tened cuidado de no razonar de ambos lados, o de abogar más por el pesar que por la alegría. Vosotros sois los abogados del caso y ganaréis o perderéis según vuestro alegato”.

Estas setenta y ocho palabras, treinta y siete de las cuales son de una sola sílaba, ofrecen la parte esencial del descubrimiento de la Sra. Eddy: Que Dios, el bien, es Todo, que el mal es por consiguiente nada, y que estas verdades pueden probarse cada vez más en la experiencia humana. Ella había investigado las Escrituras en busca de la ley del Cristo que respaldaba las obras de Jesús. La había encontrado. Había hecho el descubrimiento espiritualmente científico más importante desde la época de Jesús. Fue realmente el descubrimiento definitivo; no puede haber nada más allá del hecho de que el bien es todo, que el mal es nada, y que esta totalidad y esa nada son científicamente demostrables. Después de haber penetrado, sola y con valentía, un territorio mental inexplorado, la Sra. Eddy ahora tenía que darlo a conocer.

Informar acerca de un descubrimiento es un problema hasta para el científico natural. En 1895, Roentgen descubrió un nuevo tipo de rayo. Al año siguiente, The Christian Science Journal reimprimió este comentario contemporáneo: "Todavía no hay un nombre para el interesante desconocido”. Este “desconocido” se sigue llamando rayo X, donde la X representa una cantidad desconocida.

De manera similar, pero inmensamente más complejo, era el problema que enfrentaba la Sra. Eddy. Debía transmitir verdades espirituales totalmente nuevas en un lenguaje formado principalmente para servir a las necesidades materiales de la humanidad. Cuán triunfalmente dominó ella este problema se ve claramente por los frutos de sus escritos. El espiritualmente hambriento, cualquiera fuera su experiencia de vida, ha respondido a ellos. Hombres, mujeres y niños muy pequeños han obtenido de ellos consuelo, curación y guía espirituales, así como un profundo interés en compartir las buenas nuevas con otros.

Para transmitir lo que pensaba, la Sra. Eddy a veces elegía un término llamativo propio del lenguaje de su época. Al ver cómo la mentira animal de que la materia es sensible arrastraba y hundía a los crédulos mortales, ella identificó que la expresión “magnetismo animal” era perfectamente adecuada para especificar la naturaleza y acción de este supuesto opuesto de la Verdad divina. Con más frecuencia elegía palabras comunes, irradiándolas con nueva luz espiritual.

El juez Oliver Wendell Holmes, al emitir un dictamen de la Corte Suprema, dijo en una ocasión: "Una palabra… es la piel de un pensamiento viviente y puede variar mucho en color y contenido conforme a las circunstancias y al momento en que se usa”. La Sra. Eddy emplea con frecuencia una sola palabra para propósitos divergentes, dependiendo del contexto. Su lenguaje es preciso pero dinámico. Desalienta toda ilusión de que la revelación espiritual pueda ser atrapada en fórmulas verbales rígidas. Por estar más familiarizada con el estilo del diccionario Webster que con el de Oxford, ella hace que el uso corriente en desarrollo, no el de raíces antiguas, sea el factor principal al elegir sus palabras; en ocasiones, ella misma contribuye a su desarrollo.

En la enseñanza espiritual, las metáforas y formas de expresión similares desempeñan una parte esencial al salvar la distancia abismal entre la apariencia humana y la realidad divina. En su bosquejo autobiográfico, Retrospección e Introspección, la Sra. Eddy señala: “Desde mi niñez era versista” (pág. 11). Como tal, ella tenía mucha experiencia con la metáfora, el símil y el símbolo. Sus metáforas tomadas de la óptica y la astronomía, brindan dos ejemplos de su habilidad en esta área del lenguaje.

Hasta una moda literaria transitoria, empleada por la Sra. Eddy, trasciende el convencionalismo; ella la reviste de un significado perdurable. Escribe: “Querido lector”, y “querido sufridor”. El Amor divino, que como ella había descubierto es el Principio del universo, es infinitamente adaptable; su declaración de la ley y operación de este Principio se dirige a cada lector, a toda persona que sufre, conforme a su necesidad en el momento de leer. De modo que, a diario, década tras década, las personas recurren a Ciencia y Salud y encuentran sus páginas como si hubieran sido escritas específicamente para ellas, como si hubieran sido escritas para ese mismo momento.

La Ciencia Cristiana, por ser Ciencia, puede ser enseñada. Ciencia y Salud es un libro de texto. Entre sus raíces había notas que la Sra. Eddy hizo para enseñar; y ella esperaba que sus estudiantes usaran el libro para enseñar. Al preparar nuevas ediciones, a veces hacía participar a asistentes literarios, quienes trabajaban bajo su estrecha supervisión. En 1901, dos de esos ayudantes recibieron instrucciones escritas que decían en parte: “Primero, asegúrense de que entienden lo que quiero decir, y luego, presérvenlo estrictamente en todo el libro” (Historical Sketches, by Clifford P. Smith, p. 108). Posteriormente, uno de ellos escribió: “El libro ha mejorado, y se debe a que ella lo ha mejorado” (Ibíd, pág. 109). Ciencia y Salud sigue siendo el libro de texto para el maestro y el estudiante; hoy, dentro de los términos de este propósito fundamental, es también una obra literaria.

Algunas de estas cuestiones pueden parecer simplemente un pequeño cambio de autoría. Sin embargo, es a medida que los autores van resolviendo con paciencia y fidelidad muchos problemas pequeños, que los grandes libros primordiales surgen para lanzar su potente semilla a lo largo de las épocas, como Ciencia y Salud ya ha comenzado a hacer.

Entre los escritos que publicó la Sra. Eddy sobre la Ciencia Cristiana se encuentran libros, sermones, artículos, poemas y el Manual de La Iglesia Madre. Alguien que la conoció bien escribió: "Los otros escritos de Mary Baker Eddy...son para mí los registros de su propia demostración de Ciencia y Salud. Son como partir el pan de la Vida contenida en el libro de texto, y están inspirados por el mismo Espíritu divino” (We Knew Mary Baker Eddy, First Series, p. 47). Aquellos que han sido tocados por el poder sanador de estos otros escritos no tienen duda alguna de que son inspirados.

Los lugares donde la Sra. Eddy escribió o meditó —las casitas en Amesbury y Stoughton, su cuarto en la buhardilla de Lynn con la claraboya y la mecedora, Red Rock, bañada por las olas y acariciada por las brisas oceánicas, y su última y más espaciosa casa en Chestnut Hill— se pueden visitar. Son muy interesantes. No obstante, la única característica topográfica constante en las obras escritas por la Sra. Eddy es la elevación, la elevación espiritual de su pensamiento sanador. Desde esta cumbre de amor desinteresado por Dios y los hombres, de pureza moral y visión de un mayor alcance, escuchó para recibir la palabra divina y la registró. Guiada por el Espíritu, resolvió problemas de lenguaje y de comunicación.

La Sra. Eddy escribe: "La Ciencia Cristiana trae consigo una lengua nueva y una demostración más alta de la medicina y de la religión. Es la ‘nueva lengua’ de la Verdad, la cual tiene su mejor interpretación en el poder del cristianismo para sanar” (No y Sí, pág. 44). Los lectores pueden evaluar los escritos de la Sra. Eddy mediante varias normas; la opinión de cada uno es en gran parte una medida de sus propias cualidades espirituales o de la falta de ellas. Cualquiera que responde al poder espiritual que contienen sus libros es sanado y bendecido. Por esto, es que se entiende la magnitud del logro de la Sra. Eddy como autora. Por esto, en reverencia, gratitud y amor, es evaluada correctamente.


Con gozo sacarás agua de los manantiales de la salvación. Y aquel día dirás: Dad gracias al Señor, invocad su nombre, haced conocer entre los pueblos sus obras, haced recordar que su nombre es enaltecido. Cantad alabanzas al Señor, porque ha hecho cosas maravillosas...

Isaías 12:3-5 (La Biblia de las Américas)

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