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Original Web

Para jóvenes

Cuando algo malo ha estado sucediendo por siempre

Del número de octubre de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 7 de junio de 2021 como original para la Web.


P: ¿Cómo puedo seguir orando cuando parece que algo malo ha estado sucediendo por siempre?

R: Puede ser difícil cuando sentimos que nuestras oraciones no están haciendo ningún bien. Pero ¿cuáles son nuestras opciones?

¿Dejar de orar? Eso es tentador. Pero en serio, ¿cómo ayudaría eso?

Sé que cuando solía tener dolores menstruales severos, hubo momentos en que me sentía bastante desanimada. Oraba, oraba y oraba. Pero cada mes, volvían. En el fondo de mi corazón sabía que este problema podía sanar, porque a esa altura había tenido muchas otras curaciones en la Ciencia Cristiana. Pero a veces parecía como si no fuera a terminar nunca. No obstante, seguí orando, y empecé a darme cuenta de que cada oración me acercaba a la curación. Mi esperanza y mi fe se estaban fortaleciendo. Mi temor al dolor comenzó a debilitarse, y poco a poco, realmente sin darme cuenta de que estaba sucediendo, sané. Mi persistencia valió la pena, y estuve completa y permanentemente libre.

Ahora, digamos que tú también has decidido seguir orando. ¿Qué debes hacer? Ver cómo oramos puede ayudar. Tal vez haya maneras más eficaces de orar. 

A medida que aumentaba mi propia comprensión de cómo orar, me di cuenta de que algunas de las cosas que había estado haciendo no funcionaban. Por ejemplo, pedirle a Dios que “lo arregle”. O repetir una buena idea una y otra vez sin pensar realmente en ella. También descubrí que no había ninguna oración que fuera el “remedio milagroso” que de repente haría que todo estuviera bien. Comprendí que el problema era que todas estas maneras de orar realmente se centraban en mí y que Dios estaba... ¿quién sabe dónde? Necesitaba hacer cambios.

Al recurrir al libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, descubrí que Mary Baker Eddy da muchas instrucciones concretas acerca de cómo orar con eficacia. De hecho, dedica todo un capítulo al tema. 

La forma de orar que ella explica se basa en hechos espirituales. Por ejemplo: Dios hizo un gran trabajo al crear nuestro universo. Este universo, incluso nosotros, es perfecto, espiritual y sólo bueno. Como parte de esta creación, Dios nos cuida y nos protege. 

Al volver nuestro pensamiento a estos hechos espirituales cuando algo anda mal, hallamos que nuestra experiencia se ajusta a esa realidad, y las cosas se resuelven. A veces sucede rápidamente, otras se requiere persistencia.

Cuando las cosas parecen tomar mucho tiempo, una idea que me ayuda a seguir adelante es el reconocimiento de que cada oración es eficaz cuando se basa en hechos espirituales. Y todo aquello que no se ajuste a estos hechos espirituales es una mentira. ¿Cuál es el destino de una mentira? Tiene que desaparecer cuando la verdad se hace evidente. Así que cada reconocimiento de la presencia de Dios es un poderoso ejemplo de que el bien transforma nuestro pensamiento, inclinando la balanza hacia la Verdad.

De hecho, la Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “… el progreso es la ley de Dios, cuya ley exige de nosotros sólo lo que ciertamente podemos cumplir” (pág. 233). Aquí tenemos la promesa de progreso y la certeza de que tenemos la capacidad de hacer lo que sea necesario para que se produzca ese progreso.

Es un poco como una ola en el océano. Las olas comienzan como pequeñas ondas formadas por el viento que sopla a través de la superficie del agua. Con el tiempo y la distancia se convierten en olas que van adquiriendo más poder a medida que viajan. Finalmente, cuando llegan a aguas poco profundas, se rompen. Nada puede evitar que las olas se rompan. Es lo que hacen. 

Del mismo modo, nada puede impedir que las oraciones tengan un efecto. Al igual que la ola, aumentan hasta que “se rompen”, o, en el caso de la oración, tienen un resultado sanador discernible, como ocurrió con mi curación de los dolores menstruales. Así como las olas inevitablemente se rompen, nuestras oraciones inevitablemente bendicen y sanan. 

De modo que, cuando el desánimo intenta entrar, es útil recordar que la ola cobra fuerza y poder al viajar sobre la superficie del océano. Así también nuestras oraciones cobran ímpetu y propulsión a medida que seguimos manteniendo la bondad y el amor de Dios en nuestros corazones. 

La Sra. Eddy lo resume en una línea de un poema al que se le puso música: “Los siglos caen, cadenas no hay” (“Satisfecho”, Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 160). Las cosas se resolverán. El tiempo que toma parecerá insignificante. La ola se rompe; la curación se produce. Podemos confiar en ello. 

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