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Para jóvenes

¿Puedo realmente esperar una curación?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 5 de octubre de 2020


Era un día soleado y fabuloso para salir y hacer deportes. Y fue justamente eso es lo que hice: jugar baloncesto, fútbol, kickball y más.

Esa tarde, uno de mis hermanos mayores me invitó a jugar al fútbol con él y sus amigos. Jugar era difícil, porque mi hermano y sus amigos eran jugadores más grandes y mejores que yo, así que podían quitarme la pelota en cuanto la conseguía. Pero esto hizo que estuviera aun más decidido a jugar tan duro como pudiera.

Finalmente tuve una gran oportunidad y me dirigí a anotar. Pateé la pelota con el pie derecho y lo apunté directo a la portería. La pelota rebotó en la rodilla del portero y voló hacia mí. Yo estaba todavía a medio camino, pensando que la pelota iba a rebotar en él, y luego tal vez podría hacer un tanto y anotar un gol increíble, pero las cosas no salieron según lo planeado. La pelota, en cambio, se estrelló contra mi pulgar izquierdo y sentí una oleada de dolor. Cuando lo miré, el dedo se veía bastante retorcido.

Me fui directamente a casa para contárselo a mis padres. Apenas podía soportar que mi madrastra me tocara la mano porque me dolía demasiado, y deseaba que hubiera una enfermera de la Ciencia Cristiana cerca para ayudarme a limpiar y vendar el dedo y poder concentrarnos en orar. Quería hacerlo como había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, pero honestamente, era difícil imaginar cómo la oración podría sanar mi pulgar de aspecto tan feo. Le pedí a mi madrastra que orara porque me costaba pensar.

Como estábamos lejos de las enfermeras de la Ciencia Cristiana, decidimos vendarme el dedo en el hospital. El médico que nos ayudó con el yeso removible dijo que el pulgar estaba fracturado y que tardaría un mínimo de seis semanas en sanar. En cuanto llegué a casa, en lo único que podía pensar era en cuánto tiempo pasaría antes de poder jugar videojuegos o hacer la tarea. Estaba muy decepcionado y sentía lástima de mí mismo.

Al principio, no tenía mucha fe en que mi dedo pudiera sanar mediante la oración, pero mi madrastra nunca dejó de compartir ideas de la Biblia y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy con las que ella estaba orando. Poco a poco mi fe comenzó a aumentar. Una idea que me llamó la atención fue que Dios es omnipotente y Su amor es tan poderoso que no importaba cómo se viera mi pulgar, nada podía separarme de ese amor. El Amor es el poder.

Después de dos semanas, aunque no había visto ninguna mejoría, me di cuenta de que mi pensamiento al respecto estaba cambiando, lo que siempre es una señal de que se está produciendo una curación. Entonces mi madrastra compartió conmigo este pasaje de Ciencia y Salud: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494). Me interesó mucho pensar en qué es el Amor, este envolvente sentimiento de apoyo que siempre satisface nuestras necesidades en el momento mismo. Mientras pensaba en esto, mi temor y mi preocupación se desvanecieron.

De ahí en adelante, sin importar lo que viera o sintiera, supe que Dios estaba allí y era el verdadero poder. Tan solo una semana y media después, mi pulgar se sanó por completo. Solo habían pasado tres semanas y media en total, pero el médico confirmó que estaba perfecto.

Esta curación hizo que tuviera mucha más fe en Dios, y ahora comprendo por qué puedo esperar curaciones si enfrento otros problemas en el futuro.

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